La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

LA PRENSA OBRERA EN GUADALAJARA

LA PRENSA EN GUADALAJARA
A nadie se le oculta que la prensa ocupaba un puesto fundamental en la sociedad española contemporánea, por lo menos hasta el primer tercio del siglo XX, jugando un papel que iba más allá  de la simple información. Los periódicos eran canales de información general, vehículos de difusión ideológica y elementos de cohesión de las corrientes y grupos sociales organizados. Hasta la irrupción de la radio y, posteriormente, de la televisión, el periodismo escrito ostentaba, en la práctica, el monopolio de la formación cultural y de la difusión ideológica para los ciudadanos de toda clase y condición.
Esta importancia de la prensa se traducía en la fértil abundancia de distintas cabeceras de muy diversa orientación y muy variada ideología que, a veces por escaso tiempo y casi siempre con escasos medios, nutrían el panorama periodístico español en general, y el alcarreño en particular, reflejo fiel de una sociedad menos inmovilista y menos provinciana de lo que tradicionalmente se ha pensado y se ha escrito.
Lamentablemente, de la mayoría de estos periódicos no ha quedado en los archivos y las hemerotecas ningún ejemplar, ninguna huella que podamos seguir para estudiar con más detenimiento los medios de comunicación alcarreños y conocer con más detalle la sociedad a la que se dirigían; en muchas ocasiones trabajamos con indicios, anuncios o referencias de segunda mano. Esta carencia de fuentes documentales es especialmente grave cuando se trata de la prensa de carácter sindical o de tendencia progresista, que fue concienzudamente destruida durante la Restauración y el franquismo por sus propios seguidores, incitados por el miedo, o por sus rivales, movidos por el odio.

LA PRENSA OBRERA EN EL SEXENIO REVOLUCIONARIO
La burguesía liberal alcarreña dedicó buena parte de sus esfuerzos a la publicación de diversas revistas que sirvieron como vehículo de transmisión y difusión de su ideología y como reflejo de su espíritu ilustrado, que consideraba a la ignorancia como la primera causa de los males de la patria. Además, la prensa, por el simple hecho de ser publicada y difundida, suponía un triunfo de la ideología liberal que, por la vía de los actos consumados, ejercitaba la libertad de expresión y defendía su derecho a propagar sus ideas.
En la práctica, la libertad de expresión se veía limitada en Guadalajara por la falta de talleres tipográficos pues durante décadas la empresa de la familia Ruiz fue la única imprenta que mereciese tal nombre en toda la Alcarria. Además, lo escaso de la población en la capital, la elevada tasa de analfabetismo de sus habitantes, las dificultades para comunicarse con el resto de la provincia y lo lejos que se encontraban algunos pueblos importantes, como Molina de Aragón, provocaron que casi todos los proyectos periodísticos fuesen aislados y de corta vida.
Durante el Sexenio no se publicó ningún periódico obrero en Guadalajara, lo que no debe extrañarnos pues estas cabeceras eran muy escasas en el resto del país. Pero debemos anotar la edición en la capital, a partir de 1871, de La Voz de la Alcarria, un órgano de prensa de los republicanos federales, cuyas posiciones políticas estaban muy próximas a los internacionalistas, y muy especialmente a la corriente libertaria a la que pertenecían los miembros de la AIT en la provincia. Reafirma la estrecha conexión entre los republicanos federales y el movimiento obrero el tipógrafo Tomás Gómez, que durante estos años fue un activo colaborador de La Voz de la Alcarria y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Cooperativa de Obreros de Guadalajara.
El día 1 de junio de 1873 apareció en Brihuega, de la mano de su director, Eugenio Bartolomé de Mingo, y de su administrador, Eustoquio Igualada, un periódico quincenal con el nombre de Canta claro que se presentaba pomposamente como “Revista Literaria y órgano de los maestros de Primera Enseñanza del Distrito de Brihuega”. Con sólo cuatro páginas, era tan modesto que, a pesar de afirmar estar editado en la Imprenta de Canta Claro, parece ser que se imprimía con una rudimentaria maquinaria, una Minerva de mano, con la colaboración de los alumnos de la escuela.
El propio Eugenio Bartolomé nos hablará años después de un "periodiquillo mensual sin pretensiones de ninguna clase, fundado por mí con el auxilio moral y material de unos cuantos amigos del alma, y en cuya colaboración manual intervenían como factores importantísimos los niños de la escuela" y en su hoja de servicios se dice que "ha dirigido y escrito un periódico de 1ª enseñanza titulado Canta claro con el objeto de que los niños de su escuela de Brihuega se iniciaran en los trabajos de imprenta y redacción".
No hemos podido localizar ningún ejemplar de los dieciocho números que Juan Diges afirma que aparecieron, y que fueron treinta y cuatro según Antonio Molero, pero sabemos que estaba vinculado al incipiente movimiento corporativo de los trabajadores de la enseñanza. En cualquier caso, Canta Claro fue el primer órgano de prensa corporativa de la provincia de Guadalajara del que tenemos noticias fidedignas.
LA PRENSA OBRERA EN EL REINADO DE ALFONSO XII
En primer lugar, tenemos que hacer una obligada referencia a La Verdad, un “Semanario Científico y Literario, de Instrucción Pública, Intereses Generales y Materiales, Noticias y Anuncios”, según se identificaba en su cabecera, que apareció el 9 de mayo de 1880 con una modesta dimensión: tan solo cuatro páginas. Aunque no se definía como un órgano de prensa de la clase obrera, nació con una firme vocación popular que le llevaba a ofrecer la suscripción más económica, tan solo cincuenta céntimos al trimestre, de todos los periódicos provinciales de su época y, por lo tanto, al alcance de los trabajadores.

Su redacción y administración se encontraban en el número 21 de la calle de San Lázaro, sede de la Imprenta de Ruiz, en la que se editaba el semanario y en la que trabajaba el propio fundador, que no era otro que Tomás Gómez, siempre encabezando los proyectos periodísticos de la izquierda alcarreña desde el Sexenio, aunque a causa de la restrictiva legislación de imprenta vigente, a veces figurasen como directores otros personajes como Tomás Sancho o José Ruiz, uno de los propietarios de la Imprenta de Ruiz. Colaboraban en La Verdad los militantes republicanos y progresistas más conocidos de la provincia: Manuel González Hierro, Manuel Mexía Sáenz del Pedroso, Miguel Mayoral Medina, Calixto Rodríguez, Victoriano Fernández y Carlos Corrales. Tuvo una vida muy breve, desapareciendo en la primavera de 1883.
El día 13 de junio de 1882 apareció en la capital alcarreña el primer número del Boletín Oficial de la Asociación Cooperativa de Obreros de Guadalajara, que fue la primera publicación específica del proletariado organizado en la provincia. Esta revista también fue impulsada y dirigida por Tomás Gómez, y funcionaba como portavoz de la citada Asociación. El Boletín tenía su redacción en el número 7 de la calle de Carbonerías de la capital, hoy llamada del Doctor Mayoral, y se imprimía en el Establecimiento Tipográfico de Ruiz, publicando cuatro páginas de pequeño formato. Aunque no hemos podido encontrar ningún ejemplar de los pocos que se tiraron, cabe sospechar que seguramente sería de tendencia republicana federal, quizás con una cierta influencia anarquista.

LA PRENSA OBRERA DURANTE LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA DE HABSBURGO
El día 1 de marzo de 1891 se publicó en Guadalajara el primer número de Miel de la Alcarria, una publicación de vida muy breve, tan solo seis números, que si bien no puede definirse como un periódico de la clase obrera es, sin duda ninguna, el antecedente más inmediato de Flores y Abejas y una empresa periodística que estaba estrechamente ligada al primitivo núcleo socialista arriacense. No en vano se editaba en la Tipografía Provincial, tenía su administración en La Liberty, el establecimiento de Enrique Burgos, y en sus páginas escribían Alfonso Martín, Luis y Emiliano Cordavias y Juan Manuel de la Rica, junto a otros jóvenes menos identificados con el ideario socialista, como Ramón Ruiz Moreno, Nicolás Aquino, Raimundo Lamparero, Manuel López de los Santos y Francisco Alcañiz.
Fueron los responsables del cierre prematuro de la publicación su temperamento luchador, las agrias polémicas sostenidas con otros periódicos alcarreños, sobre todo La Revista Popular, y las caricaturas de algunos personajes ilustres, realizadas por Juan Manuel de la Rica, que había estado empleado en la Imprenta Provincial durante los primeros tiempos de este establecimiento tipográfico, obteniendo más adelante una plaza de delineante en la Diputación Provincial.
Resulta casi obligado comenzar con El Atalaya de Guadalajara, un periódico que, aunque en su cabecera se declaraba independiente, fue sucesivamente vocero liberal, órgano de prensa del republicanismo, portavoz de la corporativa Asociación Médico-Farmacéutica y, más adelante, de la Asociación de Agricultores. 
Su primer número salió a la calle el 11 de agosto de 1889 y fue su promotor y primer director el médico liberal Ángel Campos García, que en 1891 se integró en la corriente republicana progresista, mutación ideológica que también sufrió El Atalaya de Guadalajara. Durante esta etapa, acogió en sus páginas a los más destacados representantes del socialismo alcarreño, como Alfonso Martín Manzano, Luis Cordavias o Juan Gómez Crespo, y allí dieron a conocer los socialistas arriacenses su primer manifiesto electoral y allí se publicó la convocatoria para fundar el Ateneo Instructivo del Obrero. Además, constituida la Asociación Médico-Farmacéutico provincial, El Atalaya de Guadalajara, se convirtió en su portavoz, a causa tanto de la obediencia republicana de muchos de sus promotores, que eligieron como presidente al doctor Manuel González Hierro, como a la profesión de su director.


Pero muy pronto volvió Ángel Campos al redil liberal. En marzo de 1895 se celebró una Asamblea Progresista a la que asistieron dos facciones del partido muy enfrentadas por el asunto de la participación electoral. El clima de tensión desembocó en una ruptura de la corriente republicana progresista, consumada en otra Asamblea convocada para diciembre de ese mismo año, que afectó profundamente a los militantes alcarreños. Mientras que Calixto Rodríguez permaneció con los restos del naufragio progresista, junto a Félix Alvira y algunos militantes, otros afiliados abandonaron el partido, paso que probablemente dio en ese mismo año Miguel Mayoral Medina y que también realizó Ángel Campos.
En 1896, consumado el retorno al Partido Liberal de su propietario, El Atalaya de Guadalajara pasó a definirse como “órgano de la Asociación de Agricultores”, convirtiéndose en el primer portavoz de la prensa corporativa del campesinado de Guadalajara. Al año siguiente, Ángel Campos fue sustituido al frente de la publicación por el republicano Felipe Pérez Cerrada, que dirigió al semanario en breve epílogo.
Aunque tampoco se definiese nunca como un periódico obrero, al recorrer la prensa de la clase trabajadora alcarreña, es inevitable hacer un alto en el semanario Flores y Abejas, nacido en la capital en 1894, puesto que este periódico surgió estrechamente ligado a la Imprenta Provincial, sede del primer núcleo socialista de Guadalajara.
Flores y Abejas se tiraba al principio en el citado Establecimiento Tipográfico Provincial y más tarde en los talleres de Enrique Burgos; además dirigieron la publicación Alfonso Martín Manzano (entre 1901 y 1912) y Luis Cordavias Pascual, hijo de Mariano Cordavias Corrales, uno de los primeros militantes del PSOE alcarreño; incluso el Administrador de la publicación, Quintín de la Sen, trabajaba igualmente en la Imprenta Provincial como escribiente. Por todo ello, los socialistas de Madrid y de Guadalajara siempre consideraron a este semanario como algo propio. Juan José Morato, haciendo referencia a la decadencia de la Agrupación Socialista alcarreña, afirmaba: “aquellos hombres que eran como hermanos fueron tornando al no ser, y pareció que en Guadalajara se deshacía todo, salvo Flores y Abejas”.
Sin embargo este semanario no era, ni mucho menos, un órgano periodístico socialista; en la presentación de su primer número, y bajo el titular de Nuestro Programa, leemos: “Inútil es advertir a ustedes que jamás nos ocuparemos de política, ni cosa que se le parezca. ¡Bien se está San Pedro en Roma! La hermosura de nuestras simpáticas e ideales paisanitas, ha de ser uno de los temas principales que inspiren nuestra publicación”.
A pesar de todo, algunas posiciones políticas y ciertas simpatías personales justificaban, al menos en parte, la identificación de los trabajadores alcarreños con este semanario durante sus primeros pasos; el propio Luis Cordavias, que terminó haciendo gala de acreditadas ideas conservadoras, reconocía esta preocupación social del periódico cuando sostenía que “la masa, no contaminada con bajas pasiones, sabía recompensar nuestros esfuerzos en pro de la cultura provincial y nuestros trabajos a favor de los desheredados de la fortuna”. Aunque Flores y Abejas se fue distanciando poco a poco de la causa de los trabajadores, siempre acogió en sus páginas a personalidades de orientación progresista, como Miguel Mayoral Medina, Isabel Muñoz Caravaca o Enrique Cambero, el primer fotógrafo del semanario que era un conocido militante del Partido Republicano Federal.
Muy pronto, los republicanos de Guadalajara intentaron publicar periódicos de estricta obediencia partidaria, una directriz que se inició en el Señorío de Molina con El Molinés, un periódico vinculado al diputado republicano progresista Calixto Rodríguez, que vio la luz en septiembre u octubre de 1897 y que se publicó durante un año, aproximadamente. Tenía su Administración en la Calle del Chorro y se editaba en la Imprenta de Lartiga, en Molina de Aragón y, curiosamente, entre sus redactores figuraba Claro Abánades que a pesar de su conocida militancia carlista colaborará al mismo tiempo con el semanario republicano molinés y con un periódico tan vinculado al conde de Romanones como La Crónica. Al mismo tiempo, mantenían su presencia en otras cabeceras de la provincia, como Atienza Ilustrada, La Alcarria Ilustrada o El Briocense.

 LA PRENSA OBRERA EN EL REINADO DE ALFONSO XIII
 Cuando los sectores alcarreños más progresistas perdieron cualquier influencia y relación con Flores y Abejas, calificado despectivamente como órgano de las señoras", decidieron sacar a la calle una nueva publicación. El 7 de marzo de 1902 apareció en Guadalajara el semanario El Republicano que, aunque dejó de editarse temporalmente en enero de 1904, al mes siguiente, tras la elección de una nueva Junta municipal republicana, volvió a salir, ya sin interrupción hasta julio de 1905.
Era el primer periódico de tendencia izquierdista que se publicó en la provincia alcarreña en el siglo XX. Era un "semanario político" que se publicaba los lunes y cuyo director era Tiburcio Montalvo, un federal empleado en la Notaría de Raimundo Lamparero y que ya había participado en 1899 en El Heraldo de Guadalajara. El Republicano tenía sus oficinas en el piso principal del número 6 de la Plaza de Moreno y se imprimía en La Minerva, taller tipográfico propiedad de Ricardo Pérez Cerrada que se encontraba en el número 5 de la calle Bardales.
En sus páginas se reflejaba la unidad que disfrutaban los republicanos alcarreños, divididos en múltiples partidos como ocurría en el resto del país, pero que trabajaban juntos en la provincia de Guadalajara; en su interior podemos encontrar referencias a Unión Nacional Republicana, Fusión Republicana, la Federación Revolucionaria o al Partido Republicano Federal; este mismo espíritu se traslucía en las numerosas noticias y comentarios referidos a las Sociedades Obreras.
Esta falta de ánimo partidista se traducía en la gran variedad de colaboradores que prestaban su pluma al periódico; algunos de proyección nacional (como Nicolás Salmerón, Blasco Ibáñez, Miguel Morayta, Melquiades Álvarez, Gumersindo Azcárate, Joaquín Dicenta o Rafael María de Labra) y otros de ámbito provincial. La mayoría de los artículos iban sin firma o rubricados con seudónimo (Don Pablo, Fray Velón, Doctor Silvio, Demófilo, Nubro Romeno) y destaca la presencia de mujeres entre las páginas de El Republicano (Belén Sárraga y Amalia Domingo Soler) aunque se limitasen a colaborar con algunos poemas. Contaba además con algunas secciones fijas como La Quincena Médica, Noticias Educativas o Chispazos. No podían faltar en un periódico progresista de la época los espacios de divulgación científica: durante 1902 publicó una larga serie de artículos sobre la energía eléctrica firmados por Armando Oliveros Millán, "auxiliar de verificación eléctrica".
Desde el mes de abril de 1906 los trabajadores de Guadalajara dispusieron de un órgano periodístico propio editado con el título de La Alcarria Obrera, "periódico quincenal defensor de los intereses obreros" que se publicó hasta abril de 1911 en la capital de la provincia, teniendo su redacción y administración en el número 8 de la Plaza de Santa María, en el local de las Sociedades Obreras alcarreñas.
El espacio periodístico de la izquierda era ocupado por primera vez por una publicación de clase, que tomaba el relevo de la prensa republicana. Aunque no se definiese como socialista y compartiese la naturaleza abierta de la UGT de Guadalajara, lo cierto es que La Alcarria Obrera tuvo un indudable carácter proletario que la alejaba netamente del resto de la prensa provincial, lo que se evidenciaba hasta en los más pequeños detalles: los periodistas que asistían a los plenos municipales se extrañaban de que los redactores del periódico obrero se sentasen entre el público, junto a otros trabajadores, y no en la tribuna destinada a la prensa. Sus módicos precios, 45 céntimos costaba la suscripción trimestral, ayudaban a la difusión del semanario entre la clase trabajadora provincial.
Una de las principales animadoras de la publicación fue Isabel Muñoz Caravaca, "que llenó de bellos escritos la vieja Alcarria Obrera", junto a Pedro Wandelmer y Eusebio Ruiz, que fueron directores del semanario. Gracias a ellos La Alcarria Obrera alcanzó una indudable calidad periodística, lo que provocó numerosos ataques de La Crónica, un periódico liberal que acusó, en 1910, a Alfonso Martín y a Luis Cordavias de escribir con seudónimo en el órgano obrero los artículos más duros o insultantes que no se atrevían a firmar con su nombre ni a publicar en Flores y Abejas, aprovechándose de sus privilegiadas relaciones con el sindicalismo alcarreño; para el semanario conservador era imposible que sencillos trabajadores pudiesen escribir con esa corrección y soltura.

Pero a partir del 1 de Mayo de 1911 los trabajadores arriacenses dispusieron de un nuevo periódico, La Juventud Obrera, que también estaba estrechamente ligado a la Federación de Sociedades Obreras. Lo dirigía Tomás de la Rica, militante federal y director de la Escuela Laica de Guadalajara, y contaba, entre otros, con la cooperación de Gregorio Berdugo, delegado en 1911 al Congreso nacional de la UGT, y de Isabel Muñoz Caravaca.
Merece la pena señalarse que ni La Alcarria Obrera ni La Juventud Obrera eran periódicos socialistas, ni el PSOE los consideraba como órganos de prensa afines, a pesar de su vinculación directa con las Sociedades Obreras locales, que estaban integradas en la UGT. La independencia de la prensa obrera de Guadalajara, que no tenía más sumisión que los intereses de la clase trabajadora, mostraba la libertad y la autonomía de los sindicatos alcarreños.

En el mes de enero de 1920 comenzaron los socialistas de Guadalajara a editar un nuevo semanario propio, titulado Avante, con una cabecera que ya habían tenido anteriormente otros órganos periodísticos socialistas en las localidades de Tolosa (1912) y Toledo (1915) y muy similar al que, a partir de 1932, tendrá el órgano anarcosindicalista de la vecina provincia de Cuenca (Adelante). Este semanario será la primera publicación reconocida abiertamente por los socialistas como órgano de expresión de sus ideas y el primer medio de comunicación de Guadalajara que fue incluido por el PSOE entre sus portavoces autorizados, demostrando de forma evidente como el Partido Socialista había acrecentado su control sobre las sociedades obreras locales y como los sindicatos ugetistas alcarreños iban asumiendo posiciones ideológicas más concretas y definidas en contraposición con lo que había sucedido con los anteriores periódicos obreros de la provincia. Hay noticias de que este periódico se siguió publicando hasta 1934.

 LA PRENSA OBRERA EN LA SEGUNDA REPÚBLICA


En la década de los años 30, una vez proclamada la Segunda República, la prensa obrera de Guadalajara se enriqueció con nuevos títulos como Vanguardia, Abril, Frente, U.H.P., Hoz y Martillo (comunista), Zancadilla (vinculado a la Sociedad Deportiva Obrera), Comuna Libre (de la CNT), Ruta (comunista) y 21 de julio (Juventudes Socialistas), de alguno de cuales, afortunadamente, se han podido conservar unos pocos ejemplares.